LA FELICIDAD MÁS ELEVADA por "Pushan"

Hay dos tipos de felicidad: una, temporal y fugaz y con cierta dosis de euforia y ansiedad, que surge del juego emocional; y otra, imperecedera, que es el resultado del acercamiento consciente al Ser o Atmán.

Cuando se produce un deseo la mente se llena de actividad, se agita, se inquieta e impacienta y permanecerá en ese estado hasta obtener el objeto deseado. Solo cuando el deseo ha sido satisfecho la mente tiende hacia el Alma Interna.



La Dicha del Alma se refleja en el intelecto y es entonces cuando se experimenta una pequeña y fugaz dosis de felicidad. Pequeña y fugaz ya que sin tardar, aparecerá un nuevo deseo que atrapará y perturbará de nuevo a la mente repitiéndose así incesantemente un nuevo ciclo.



Sin embargo, estas pequeñas catas de felicidad que la experiencia nos proporciona, van a servir para que podamos seguir manteniendo la esperanza y continuemos su búsqueda, lo que nos llevará, sin lugar a dudas, al acercamiento al Ser, ya que tal felicidad no procede de ninguno de los objetos mundanos. No existe ni una sola pizca de felicidad en ninguno de los objetos mundanos ni en todo el universo sensorial.



Todo placer, bienestar o felicidad es tan solo un reflejo de la Dicha espiritual o del Ser, del Atmán.

La verdadera felicidad se halla dentro de nosotros, en el Atmán. Es subjetiva. Se manifiesta solo cuando la mente se concentra y los sentidos se abstraen de los objetos externos. Cuando la mente permanece fija en un punto y dejamos de albergar deseos y pensamientos, la Dicha Átmica empieza a amanecer y empezamos a experimentar la felicidad espiritual o Ananda.

La Dicha espiritual es la felicidad mas elevada. Es independiente de los objetos. Es constante, uniforme y eterna.

El placer sensual proviene de la emoción. La Dicha es la felicidad del Ser, la naturaleza inherente al Atmán.

El placer es temporal y fugaz. La dicha es eterna e imperecedera.

El placer se mezcla con el dolor. La dicha es una felicidad sin mezcla.

Si tenemos satisfacción y comprensión interior y nos sentimos a gusto, todo el entorno exterior se convierte en un paraíso, aunque éste no sea perfecto. Entonces estamos en el mejor de los momentos y en el lugar ideal. Pero si la mente está confusa, totalmente insatisfecha y afectada y agitada por el ego, aún encontrándonos en el mejor de los paraísos, sufriremos.
Es decir, que si existe algún problema, el problema está siempre dentro.

“El Sol brilla siempre pero su Luz y su Calor no nos llegan hasta que las nubes de la tormenta se disipan, del mismo modo no experimentaremos la perfección y la felicidad que son nuestra verdadera naturaleza hasta que la miseria de la codicia y el egoísmo sean trascendidas”.

Mantengamos pues la mente en un estado moderado, es decir, con ecuanimidad. Ya lo dice el -Mangala Gáyatri-: “Indivisible felicidad es que Yo Soy el Supremo Brahmán. Con una mente ecuánime se realiza”.

Entre otras muchas cosas que debemos agradecer a nuestro maestro Madhava es que con su Escuela tengamos la oportunidad de aprender a pensar bien, siendo ecuánimes en todos los quehaceres de la vida. Por nuestra parte solo queda añadir la intencionalidad.

Así que nos viene bien recordar en estos momentos uno de los mantras de Swami Sivananda:
“Sirve. Ama. Da. Purifícate. Medita. Realízate”.